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miércoles, 8 de mayo de 2013

UN UNIFORME Y MIS MANÍAS

Llevo varios días de ajetreo total. Acabo de llegar del dentista. Antonio lo está haciendo muy bien. Es un valiente.
Goyo y nuestras sesiones de cafés, charlas y alguna que otra ginebra pasan a ser ingredientes usuales en la ensalada de mi vida. Es una nueva costumbre culinaria que me gusta. Salvo por lo jodido de la situación.
De momento hemos aprendido que la vida es como es, que podría ser peor y que debemos quejarnos menos. Dice que le he hecho ver la vida "más Allen" y que después del Sombrero de Tres Picos, está enganchado al blog. Goyo sabe qué cosas decir y cómo decirlas. Es filosofía, nivel experto.
Goyo lo desconoce, pero él es quien realmente me alecciona.
Ayer fuimos a por libros. Goyo me cuenta que ha descubierto que Sexo en Nueva York es una peli que deben ver todos los tíos para entender un poco más la psicología femenina. Y vuelvo a pensar en por qué no nos entendemos hombres y mujeres.
A Goyo le he contado más que a ti amiga, pero tengo tres, cuatro fotografías en la cabeza, que debo subirte aquí y así goces del panorama más desconcertante de la pasada semana:

Siete de la tarde. Un miércoles, jueves cualquiera, me cito con Uniforme no sé muy bien por qué (quizá falta de asertividad), cerca de mi casa, en mi barrio, que no le conozco de nada le digo y siempre podría gritarle a mi quiosquero que estoy en peligro. Ya voy dando pistas de mi humor bílico, que parece entender en principio.
En un par de conversaciones telefónicas previas se vislumbra el buen rollito. Al menos por mi parte, no sé si Uniforme interpretó las señales de manera errónea y vió sexo fácil escrito en algún sitio.
Las instrucciones fueron claras: "Aparca por el bar en cuestión. Tomamos algo y si nos encontramos cómodos nos movemos a otro sitio."
Siete menos veinticinco: estaba con Goyo en la ahora, terraza habitual. No me apetecía irme, pero había dado mi palabra. Fui a casa corriendo para no ir vestida casi en chándal al encuentro y mostrar un poco de respeto.
Siete menos diez. Estoy pidiendo un café. Veo a Uniforme entrar y salir sin saber que era él: un tipo demasiado vestido para la ocasión, algo bajo de estatura al que le sobran dos litros de perfume...Pensé: éste no puede ser.
Disfruto diez minutos, quince, del último libro que estoy leyendo: Caín, de Saramago. Un ejemplar de bolsillo con la cubierta teñida de amarillo chillón junto a un café con leche, cargadito, que tuve que sorber apresuradamente.
Insistí: "tomamos algo allí y ya vemos, aparca en la calle tal".
Siete y pocos minutos, (resucité el móvil que a la hora del encuentro dijo que se moría y se murió), recibo su llamada para ver dónde estoy. (Viéndolo todo desde aquí-pensé). Uniforme hacía aspavientos mientras hablaba por teléfono. Extraversión, quizá un caracter impulsivo.... pensamientos que luego pude confirmar con la forma en la que me dió dos besos. Una vez recuperé una de las mejillas, me condujo hacia su carroza deportiva no sin antes escanearme sin disimulo de arriba a abajo una docena de veces.
- Sí, estoy entera. Dos piernas, dos brazos, dos ojos.- dije, ¿dónde vamos?
Me dijo que las fotos no me hacen justicia, de una manera demasiado entusiasta.

Parece que Uniforme no entendió las directrices y allí estaba su BMW o VNB, no entiendo de coches, un modelo deportivo, haciéndole burla a la austeridad y a mi indicación de aparcar por la zona.
Uniforme me presentó a su carromato. Encantada. No impresionada.
Me impacta más que habiendo metido mi libro en el bolso, con ese color, sólo diga: ¡un libro! sin interesarse si quiera por el autor. Manías, supongo.
Yo sólo pensaba en Saramago llorando, y le susurraba: Tranquilo José, yo sé que este libro no tiene nombres propios escritos con mayúsculas. Si merece la pena, se lo diré a Uniforme.

En la gran ciudad a esa hora por el centro, sólo puedes merendar atascos si pretendes encontrar de paseo en coche, algún sitio donde tomar algo. Sin rumbo a ningún lugar e invadiendo cada vez más círculos de aproximación, Uniforme preguntó hasta la extenuación que a dónde íbamos: Dos cosas:

  1. Huele a incapacidad de toma de decisiones que tira pa´trás. ¿El sitio donde te dije que aparcaras?
  2. Cuando la compañía es grata, el escenario da igual. Científicamente testado: he desayunado a horas tempranas en auténticas tabernas de mala muerte que me han parecido el Ritz porque mojaba las tostadas en los ojos de algún músico crápula.Y he compartido por obligación mesa en el restaurante del Wellington con señores de corbatas importantes teniendo la sensación de estar en el mayor de los prostíbulos.
La sugerencia "aquí mismo" la hice unas trescientas veces y Uniforme seguía mostrándome sus dotes para la conducción. Igual es que Uniforme es duro de oído. Igual es que le suda los cojones lo que estoy diciendo....Resultó ser luego una mezcla de ambas.

Encontramos por fín sitio para la carroza de Uniforme.
Uniforme insistía en cerrar ya otra cita para la semana que viene. .¿Ya, nada más aparcar la carroza?. Despejé el balón como pude. Puso una cara de sorpresa funesta cuando encendí el primero de los cigarrillos (-nadie es perfecto- le respondí a su:-¡Vaya, fumas!!¡¡??). Seguimos andando mientras yo me veía obligada a explicar a un desconocido mis nuevos planes de vida. (¿Por qué? Soy demasiado tímida para hacer esto. Sonrisa de idiota en la cara. Parezco gilipollas). Conté menos del principio y desvié la conversación.
Continuaba el paseo hacia ninguna parte.

Leo "extremeño" en la pared de un bar. Con la excusa de la tierra voy directa a sentarme fuera. Para fumar, adivina luego Uniforme. Para sentarme y para mear que llevamos diez años paseando- pensé). Estaríamos todavía dando vueltas de no ser por ese oasis de metal.
Uniforme dedicó bastante tiempo a intentar venderme su producto creo que es comercial: él, sus pocas ganas de compromiso y su vida cómoda y sin metas ya. Comprobó un par de veces no sé con qué fin la forma de mis rótulas.Yo, apartaba la pierna, mientras le decía con la mirada: me estás jodiendo los círculos de confianza...Todos....Se me acaban...Dejó mis rótulas en paz durante el resto del encuentro.
En un indicio de lo que parecía ser estar fijando toda mi atención en su diálogo, sólo observaba: -Se ha cortado el pelo. Tiene restos de pelo en las orejas. ¿Alevosa premeditación capilar con algún fin? Mejor que vengas con greñas y me cuentes qué pelicula viste en el cine el mes pasado.
Sin embargo me dijo que era perfecto, maravilloso, ... una joya. Y que quiere engarzar otra joya a su lado, pero que no me asustara, que sin compromiso. Yo sólo podía sonreir, por las contradicciones y porque cuando intentaba aclarar algo, Uniforme me interrumpía para narrarme más y más virtudes que no recuerdo.
Hablamos algo de política dada la situación del país con la segunda cerveza. -Invito yo,-dije,- así no tengo que volver a quedar contigo.- quien me conoce sabe que es mi humorismo. Cualquiera que no me conozca sabe que en toda broma siempre hay algo de verdad.
Como te digo hablamos de política, intenté defender lo contrario de lo que Uniforme pensaba pero acabó dándome la razón. No le apetecía jugar a intercambiar, a defender ideas. Esa tarde le valían las mías. Las de cualquiera que hubiera estado allí sentada.
Dejamos el extremeño envasado al vacío ni ibéricos ni nada. Allí Uniforme había manifestado estar hambriento. ( Cenar lo considero un acto íntimo. Con mi familia, mis amigos, o parejas. Picotear es otra cosa. Más manías).
Uniforme se pone la supercapa y es capaz de correr 200 kms. todos los días, hacer dos millones de abdominales en dos minutos y siempre debe tener hambre. Uniforme de vez en cuando sube montañas. Creo que malinterpretó lo de"la montaña me gusta". Para dar un paseo, para estar un rato, incluso para vivir con mi huerto y mi wifi, pero no para escalarlas.
Me obsequió también con alguna que otra mirada escrutadora al fumarme cuatro o cinco cigarros más. Y me recorrió un escalofrío. Sentí una observación inquisidora de mis actos futuros en el cogote a modo de visión.
Tomamos otra en un bar cercano al que me dirigí como una loca a toda prisa. No iba a dar cabida a la duda en esta ocasión. Subimos la media de edad del garito. Y aquí amiga mia sucedió algo extraño:
Contar antes, que como Uniforme es un chico sano con dos cervezas ya estaba casi al borde del coma etilíco.
A los pocos minutos Uniforme coge mi mano izquierda se la acerca al rostro y....la huele!!!!!!!. No sé si me perdí parte del chiste pero se moría de la risa mientras decía: ¿pensabas que te la iba a besar a que sí ?
Me parece tío incluso más ofensivo el acto olfativo que la cursilería del besito. Sigo sin entender la broma a día de hoy.
Como Uniforme estaba medio pedo, decía algo de besarme pero yo contestaba que soy un gran cactus con unas espinas muy muy grandes. Decía que temía mi reacción.Yo respondía a lo Jessica Rabbit: "Simplemente me han dibujado así". Y "ya vengo besada de casa". Manías.
Salimos del bar y me guardé la máquina etiquetadora en el bolso: " Amigo si me hablas de algo interesante en la siguiente media hora" fue lo que marqué en la maquinita en cuestión.
Uniforme insistía en cenar en el restaurante de enfrente. Sugerí un gin tonic, pero dado que mi idea le pareció mejor que la suya, mi conversación me dijo: No. No es Goyo. Ni Eva. Ni tu padre. Va a ser el gin tonic más aburrido de toda tu vida. Y la ginebra te pone insolente. Mejor no.
Mi estómago se unió a la propuesta inicial. Y la duda nos acompañó casi hasta tomar asiento en el comedor. Decidimos cenar entonces.
Sentados en una estrecha mesa para dos con una velita en medio, el ambiente de luz tenue rojiza, el efecto de neón incómodo, de romanticismo de todo a cien, me estaba poniendo nerviosa y Uniforme estaba empeñado en pedir vino. Mi irritación estuvo a punto de pedir un cubierto. Pero nos dejamos llevar por el zumo de uva. Manías.
Uniforme me contó algo más a cerca de él, yo me limitaba a escuchar. Para ser sincera, pensaba en el de Segovia y el mensaje de "vete a la mierda" enviado horas antes que seguía sin leer.
Los bostezos nos trajeron el postre. Expuso mi partenaire algún trauma familiar, y siguió con su argumento de venta del  pack " vida tranquila y resuelta "que incluye: chalet, piscina y perros; porque tiene mucho tiempo, mucho amor que dar, y dos equipos de escalada supongo. Aunque "no quiere nada". No sé entre qué lineas ha leído que yo sí.
Soy una cliente difícil, la publicidad no me manipula. Y querido, el amor me huele a Zotal. De eso ya tengo, no necesito gracias. Y la contradicción es el preludio de la mentira. Y....(sucesión de íes griegas)....

En el trayecto de vuelta a casa tampoco dijimos mucho más. Se equivocó de dirección y algún por tu culpa intuí mientras yo repetía que el sentido correcto era el otro.-Avísame cuando dejes el coche. Ha sido un placer, muchas gracias y todo eso.-
Dos castos besos, y a mi camita, a rumiar la noche. Manías.

Esto fue lo que pasó Eva, mi versión. Lo más objetiva posible a pesar del narrador.
Goyo tampoco lo entiende.
Mi cerebro pensaba en lo que Uniforme per se no decia:
Un Uniforme que repite que es feliz, que le va de lujo, pero no para de insinuar que la vida te cambia a su lado.Y además" no flipes, no quiero nada". Pero me aburro y ahora quiero una mujer, que no las venden en Leroy Merlin.
No fumes. Sube mil metros más. Vamos que es domingo. Qué haces en la cama todavía. Me aburro y voy a interrumpirte el estudio esta tarde,....

Uniforme me repetía "quiero que estés cómoda." Mis neuronas ordenaron a mi boca que no dijese: Estoy de lujo. No he pillado ni un gramo de nerviosismo para esta fiesta. No me intimidas una mierda. Mi boca no dijo nada. Manías.

Dos llamadas y varios mensajes sin responder después, todavía no le he dicho lo que escuchará en la próxima entrevista: que soy un desastre, que necesito la dosis justa de cariño, que yo me quiero mucho y el amor que me interesa no es el de vivir juntos y copular, que sólo busco conversación inteligente, que fumo por dos, que los hombres que no saben gestionar su tiempo libre me dan pavor, porque normalmente lo que hacen es absorber el tiempo libre de otros.
No le he explicado lo que es la escucha. Esto no lo haré. Tampoco le hablaré de Saramago. Ni de Azul. No me gustan lo errores del entendimiento.
Le explicaré que si vas de alérgico al compromiso, preguntar si quiero tener hijos es un gran error. Puede que le estés preguntando a una alérgica de verdad, de las de vacuna en marzo.
Y que yo estoy ahora muy bien como para ponerme unos pies de gato todos los domingos. Prefiero ir al Rastro en zapatillas y después de cañas a Lavapiés con Hanna, y que me hable del Atleti y de sus últimas conquistas involuntarias. Y de cómo le despertaba ella el día de su cumpleaños. Y de mi sobrino postizo. Manías.









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