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viernes, 10 de mayo de 2013

NOS CASAMOS

Como lo oyes. En una semana. Ha ido todo muy rápido.
Desde que nos conocimos, nos hemos visto poco pero es tan guapo....Sé que estarás riendo. Cuando leas el resto de la carta, entenderás...Es maravilloso...
Jerry nos organizó un encuentro en el Retiro el domingo pasado. Mi cita acababa de romper con una periodista mediocre , medio anoréxica y con voz de pito. Una tal Luisa. Desilusionada después del último año, paseé sin ganas hacia la dirección acordada sin hambre de traumas de exnovias.






Llegué diez minutos tarde y allí estaba él , Clarence:  de apariencia enérgica y viril, alto, moreno, se había quitado las gafas esa tarde (en la foto que Jerry me enseñó tenía gafas). Su atractivo vencía cualquier estilismo.
Cuando me excusé por la tardanza Clarence me sonrió a modo de respuesta, y no habría hecho falta decir nada más. Soy ferviente sierva de esa sonrisa desde ese instante.
Paseamos por los jardines. El clima acompañaba. Clarence, le llaman Clark es noble, elegante, distinguido y algo tímido al principio; habló de su trabajo en el taller mecánico, y de algunas horas que hacía para la comunidad. Me confesó en petit comité que es voluntario en una ONG internacional. (Guiñó el ojo un par de veces).
La fachada me impresionó tantísimo que me importaba un bledo el material: hojalata o mármol de Macael. Me enamoré.
Su personalidad es el cocktail perfecto: parece dinámico, emprendedor, decidido. Tierno, tímido pero tajante cuando ha de serlo. Algo vanidoso pero se preocupa por los demás.
Acaba de llamar diciendo que ha llegado tarde al taller porque casi atropellan a una anciana en la Gran Vía. Es una pasada, sale ileso siempre. Soñador, ingenuo y decidido. A veces desorganizado. A veces orgulloso. Una mezcla explosiva y atrayente.
Mucho.
Clark, es americano. Nació en Cleveland, Ohio.
Nos mudamos allí el próximo mes. Smallville, donde tiene familia, me gusta, pero sólo para ir de vacaciones unos días.
He conseguido un trabajo como terapeuta y redactaré de manera freelance para algún que otro cliente. Clark, es propietario de un taller de motos allí.
Durante el día casi no nos vemos, pero la calidad de nuestro tiempo es increíble. Cada segundo.
Sabe que necesito mi espacio y como parece tener superintuición, casi nunca se equivoca.
No hablamos de su trabajo: en ocasiones desaparece porque está de guardia, pero siempre llega a tiempo para darme el beso de buenas noches. Es un superhombre.
Yo tampoco le hablo de mis pacientes, sus fobias y sus tratamientos. Moriría por detonación neuronal.
Cuando el trabajo me agobia demasiado Clark me lleva a dar una vuelta por el Empire State Building, al observatorio del piso 102: admiro las vistas, inspiro, espiro y se instala la calma en mi organismo. Prefiero ver Madrid (o La Vera) desde el cielo pero el pobre Clark echa de menos sus raíces, se pone nostálgico y me lleva a América. Todo esto en sentido figurado, yo cierro los ojos y él me coge en sus brazos, como si volásemos de verdad, y ¡santo el cielo!. Respiro hondo. El otro día abrí los ojos, llegué a tal nivel de relajación que incluso creí estar en el edificio mencionado. ¡Adoro a este hombre!
Y en el plano sexual: ¿te he mencionado ya que parece tener superpoderes? Qué exagerada soy. Al menos yo tengo mi ración de superorgasmos.
Clark tiene el don de aparecer cuando debe. No replico las pocas veces que no está cuando lo necesito. Eso le gusta. Parece tener el oído aguzado, susurro: -boy scout, necesito un cariñito-. y en un segundo está a mi lado. Sin llamar ni nada. ¡¡¡Pura intuición este hombre!!! La maravilla de la metrópoli.
Estoy muy contenta Eva. Será una ceremonia íntima, austera. Ve preparando la maleta. Te envío un mail con todos los datos de vuestro hotel.
Anoche estuvimos con sus amigos ultimando los detalles del banquete en el Caperucita´s.
Caperucita, que tiene un bareto en Malasaña donde organiza conciertos de rock los jueves, montó el negocio con la herencia que le dejó su abuela al fallecer. Prosperó y creó después la empresa de catering.
Como es costumbre acudieron tarde Blancanieves y el Príncipe Azul. Había oído que él es tonto del culo y no se equivocaban las malas lenguas. Blanca, es un poquito bipolar. Tuvieron una hija con trastorno de la atención por hiperactividad. y se pasan la vida de psicólogo en psicólogo. En una de las excursiones al baño me dijo que está harta, que pedirá el divorcio cuando la niña acabe el último de los tratamientos. Se está tirando al Leñador y se escaparán a Santander.
La Madrastra es la que parecía más simpática. Es la gerente de un club de golf, bisexual y fiel amante de la lectura, colecciona adoradores y vive por y para la frivolidad. No parece tener problemas ni remordimientos.
Y Batman y Robin, a estos los conozco más, no pararon de bailar y sobarse en toda la noche. Parecía que se iban a casar ellos. Estaban eufóricos. O puestos de algo.
En Gotham no está permitido todavía el matrimonio homosexual. Estamos recogiendo firmas.
De las alianzas se encarga Garfio, es un borracho y un vividor pero tiene mucho arte. Tendremos que estar pendientes de mandarle la ubicación de la ceremonia por GPS una semana antes. Pierde la ganzúa por cualquier rubia. Anoche le intentamos advertir pero ya estaba colocado y ligando con una de las camareras.

Dada la importancia de la decisión que he tomado, me sorprende no estar nerviosa.

Este hombre me hace la vida cómoda.
Somos muy felices.
Puri se ha mudado a Los Ángeles. Nos vemos el mes que viene a mitad de camino, en Kansas, porque no puede asistir. Expone este mes en el MOCA.


¿Qué? No me crees. Sabes que es todo una mentira inventada porque dicen los profesores que escriba, escriba y escriba. Que sería demasiado obvio no ver a Superman y a los demás personajes. Que si ayer había un uniforme perdido por el mundo de repente no puede llevarte nadie a la luna volando. Que ya sabías lo de Batman y Robin...que ni superoído ni hostias, y que yo soy más de antihéroes.


Pues amiga mía, el mismísimo Superman después del día que he tenido ha vuelto a mi vida para alegrarla.

Y aparece justo en el momento perfecto...
(Según las técnicas narrativas debo acabar el capítulo aquí y hablarte en otro momento de Román, que decide volver después de cuatro años. Esta misma tarde....)

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