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sábado, 6 de diciembre de 2014

ALMANAQUE DE ESPERAS

353 días desde que me fui sin un adiós hacia aquel tren
de vuelta a la realidad de lamer mis heridas,
desde los besos que me curaron 
y los abrazos de salvación;
de volar por el cielo de Madrid.

A la mañana siguiente, 
en el café de tus ojos
algo olía a pan quemado,
y el grifo del amor se nos cerró
después de empaparnos los huesos por una noche.
Para estas cosas soy clásica:
quería que me abrieras la puerta y acompañaras
mi espalda hacia lo nuestro con tu mano mesiática puesta en ella;
quería besos en la estación 
y escuchar-¡buen viaje!,
flores, comedias románticas, camas deshechas por tu voz
y finales felices,
pero, tus modos desaparecieron 
al ponerme las bragas a la mañana siguiente.
Tu boca y tu mirada no han estado acompasadas en esta cifra capicúa.
Esa larga madrugada de tocarse tus labios y los míos,
de reventarme la inseguridad a muerdos,
de arrancar las tiritas de mi pecho
de hacerle el amor a la esperanza
de sonrisas de humo y alcohol,
se colaron por el desagüe del baño de aquel sucio hostal
-que parecía aquella noche un palacio.
353 veces pregunté al viento
por qué no devuelves las llamadas,
por qué cuando te miro veo a cualquiera
por qué lo que parecía el principio que tanto soñamos
se lo acabó tragando el olvido.
353 avisos de estar viendo la película equivocada,
353 indicios de que iba a acabar mojada.
Aunque la decepción no trajo lágrimas,
353 lamentos porque no ocurrió lo que esperaba.

353 "te quieros" que habrás susurrado a otras caras.
353 quejas a mi Cupido con taras.


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