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martes, 30 de abril de 2013

OMEPRAZOL POR FAVOR

Azul es un sueño.
Sus padres le pusieron el nombre del color del cielo y el mar, porque sabían que así sería su hijo. Inmenso, magnífico y bello como el firmamento y los océanos.
 El más bonito de los sueños, el más profundo que he tenido. Del que nunca despierto.
Azul tuvo un efecto en mí que nadie jamás volverá a tener. (Nunca digas nunca).
Nunca habrá otro Azul: azul clarito, azul pitufo, el azul celeste, una absoluta bazofia....No es lo mismo.
Azul no quiere verme, besarme, saberme, y es lógico.
 Lo visceral sería quedar y arrancarnos la ropa como ayer.
¿La excepción del último ayer?Arrancó todas mis vísceras cuando se fue y no ha tenido la decencia de mandar una postal.
Desde entonces vivo vacía y sola a pesar de la gente. Soy como el muñeco de paja del mago de Oz, pero yo no quiero corazón.
Yo quiero Azul.





Y sé que no veré a Azul nunca más. ¿cómo podré vivir con eso? ¿es igual que quedarse ciego de repente? Creo que sí.¡Mierda! Tendré que afrontar las fases de la superación del trauma:

  1.  Negación: Azul me quiere. Siempre estará ahí.
  2. Ira: ¿Por qué narices hablas tanto?¡Como vea al gilipollas de Negro le parto la cara! ¡Puto envidioso, siempre ha querido ser Azul!
  3. Depresión: Han pasado dos años y sigo pensando en él. Este halo de abandono hace que todo pese más, que todo cueste más, que no halle sentido final a nada y nada de tregua presente.
  4. ACEPTACIÓN: Azul no está. No vendrá más. (- La vida te lo puso una vez al laíto y no va a darte comba otra vez mi niña,- mi Pepita Grilla habla extremeño ).

Desde que Azul no está en mi vida vivo como un autómata. Trabajo. Estudio. Leo. Río. Pero no es igual. No hago nada de estas cosas de una manera completa. Hago cosas. No me doy cuenta.
Y tengo Rojo, Verde , Negro, Fucsia....cuando yo quiera.
Pero no tengo Azul.
Si insisto en darle a este pensamiento la importancia que jamás se mereció y sigo pensando así, las consecuencias serán devastadoras para mi mente, mi cuerpo, mi alma. Pero es que mi mente, mi cuerpo y mi alma ya no están. Repito, ni una postal.
Gané la batalla de la incertidumbre y llamé a la puerta de Azul hace poco. Estaba en su casa.
 Azul no quiere verme. Ni siquiera me lo ha dicho él. Ha sido su madre quien me lo ha dicho. A esa estúpida estirada nunca le caí bien. Ella a mí tampoco pero yo disimulo mejor.
Yo no puedo sin Azul. Y vuelve la presión en el pecho, los mareos, el dolor en la boca del estómago. Porque el remordimiento somatizado es úlcera. Y vuelvo a pensar en Azul encontrándose con Negro. Éste descubriéndole que en mis cartas yo decía que realmente no era Azul.
La reacción de Azul no la vi, pero es lo que me provoca ardor de estómago.

Es mi turno en la farmacia. -Omeprazol, por favor.

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