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viernes, 17 de mayo de 2013

POSICIÓN FETAL

Ha dejado de llover. Un día y medio diluviando. Estos días me ponen como me ponen. No entiendo a la gente que dice: "disfruto de la lluvia golpeando contra el cristal, la mantita y mi libro favorito": la lluvia es necesaria para el campo, para escribir poesía, para limpiar el alma y para llorar desamores. Para que algunos seres humanos lleven a cabo actos de epifánica purificación.
Mis relojes circadianos funcionan con energía solar. En días de lluvia me quedo sin reservas. Denme sol, algo de naturaleza, un libro y déjenme en paz.
Tu última comunicación me ha roto el alma. La impotencia que siento por no estar a tu lado es directamente proporcional al número de kilómetros que nos separan. Tuvimos nuestra propia historia de Montescos y Capuletos en la adolescencia y ahora entrando en la segunda adultez que algunos denominan, sigue nuestra separación trágica en la distancia. Lo de siempre: la vida, una cachonda. La imagen de Puri se deposita en mis parietales. Su falta de calor en mi epidermis.
Goyo lo diría de otra forma. Pero diría lo mismo.

Tu estado de ánimo ha influído en mi sequía literaria de los últimos días. Y el último "embolao": opinar sobre el manuscrito de mi amigo el revolucionario argentino.
De pequeña me enseñaron a acompañar desórbitadamente los duelos ajenos. Un extraño respeto implícito en la educación provinciana. Me salto el protocolo esta vez, y me duele profundamente tu... anhedonia. Duele tanto que contagia.
Yo preocupada por la ortotipografía, por estudiar el proceso de elaboración de guiones, por encontrar guías de creatividad inmejorables, abrazada al miedo de no saber qué teclear, de perder la inspiración, de dejar de sentir esta necesidad extraña de comunicación, y tú, ante el notición no entiendes a tu corazón hierático.
La misma sensación que podría tener cualquier protagonista de "El valle de las muñecas".



Paul Auster- es una de mis debilidades, gran sustantivo- dice que el arte es algo inútil. Pero ¿qué hay de malo en esa inutilidad?. Él escribe por la necesidad que siente de hacerlo (te dejo el enlace abajo si la tecnología me lo permite). Otros, tenemos la necesidad de admirar esa inutilidad, incluso atrevernos a gozar con ella. ¡¡¡Cuánto perturbado!!!...



Mi necesidad se vuelve diminuta cuando mi conciencia insiste en que los míos no están bien. Sé que el hermanamiento en la distancia casi roza lo inútil, como el arte. Pero es lo único que puedo hacer. No tengo cuento que contarte hoy. Si estuviera a tu lado en esa recepción haría el payaso hasta que estallase la risa en tu cara. Igual que mi amiga Laura, experta en la materia. Al mal tiempo: música en el iphone y ensalada de dientes para desayunar. La inteligencia fría de Getxo teniendo bajo control todo el abanico emocional.
Hasta Laura a veces llora, Eva. Quizá lloramos poco. Quizá ya lo hicimos demasiado.


Vuelve a llover, no tengo ninguna catarsis vital pendiente en la bandeja de entrada. Estoy en casa con la manta encima, ya que la primavera quiere esconderse como viene haciendo los últimos años en Madrid.
Abro mi libro de Rojas Marcos (otra de mis debilidades). Y me apetece volver a bucear en el interior del vientre de mi madre. Estar allí un ratito...; en posición fetal.








http://www.lecturalia.com/libro/38449/el-valle-de-las-munecas
http://verbalina-escribirliteratura.blogspot.com.es/2012/07/paul-auster-se-pregunta-por-que-se.html

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