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domingo, 6 de abril de 2014

LET´S GO ETIQUETING

Hoy que la tarde ha sido magia, te cuento un cuento y a dormir.

Tienes razón al pensar que el casco de humo de Holexas contamina de estar tanto tiempo dentro, inhalando su peste.
Pero la visión con la perspectiva del inteligente es terriblemente cómica.

La mezcla de curiosidad y  poca vergüenza ha hecho que me haya topado con una lista extensa de personajes a lo largo de toda esta surrealista historia que es mi vida; detesto hablar de cierta manera pero nos toca ser trendy.

Esta mierda ya no contamina, cariño: pijos, señoritos de feudo redondo, quinquis, tontas, macarras... todos, son gilipollas. Es tedioso, si lo permites. Pero divertidísimo cuando a ratitos te fijas, fotografías a la par que procesas, desde la misma interacción social:

El potentado acaba siendo el más cutre.
Las princesas (no las del rock, las otras) auténticas representantes del vulgo; disfrazadas de Tous, maleducadas nivel extrarradio (que luego allí saben decir "por favor" y "gracias"), nivel Kevin y Jenny.

El "Pintas" es el que te abre la puerta de la cafetería y te deja pasar,
y le indica a la viejita dónde sentarse a esperar en el médico.

Al más estirado le darías los papeles de tu propia adopción porque resulta que en milésimas de segundo te trata como familia.
El más desvalido (o así lo parece) resulta ser un mísero cretino.

Clichés, topicazos y sorprendentes excepciones que confirman la regla.
Crudas realidades que no tienen para comer que desde tu fantástica existencia miras a los ojos todos los jueves: calentita, duchadita, recién comidita...


He visto y sigo viendo de todo, casi siempre a pesar de lo anterior, veo elecciones, las de casi todos éstos, y ¿sabes qué?, CUESTA MENOS DECIDIR Y SER.





"Érase una vez una princesa muy rubia, muy ella, que estuvo obligada por historia vital a empezar el cuento varias veces. Todas las veces el escritor de la fábula, le puso las cosas fáciles. El primer cuento tuvo un final tristísimo, pero le reescribieron una historia donde no faltaba de nada (material, la carencia de personalidad era evidente). La princesita rubia estaba entusiasmada con los espejos y los vestidos rosas y con colgar las fotos en Facebook. Eso le hacía feliz. Su imagen perfecta reflejada en el cristal era lo único que le gustaba en la vida. La bruja buena obsequió a la princesa oxigenada con herramientas maravillosas para ir reescribiendo la historia pero, la princesa no escuchaba; sólo quería seguir mirando su reflejo. A todas horas. La princesa eligió el Orfidal en vez del autodesarrollo y el desenlace más desastroso de todos los posibles "

                                       Fin.


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