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sábado, 3 de mayo de 2014

AZUL ERA VERDE

Aplastante afirmación. 
Todo el viaje para aprender SÓLO ESO.
Ahora que viendo masas amorfas enharinadas sólo queda hacer restas y divisiones, y ser consciente del cociente.
Sabes que una tarde de verano, con espuma rubia, mandíbulas apretadas y miradas azules y encharcadas llegó el perdón.
Las confesiones. La decisión de suplir hilaridad por llanto porque ya no está el asunto para dramas, olvidada la visión lacrimógena de la historia.
Nos mostramos las agendas aquella tarde, y desvelamos todos los trucos anotados de aquel entonces.
Permitió que acallase mis fantasmas hablando de faltas y culpas. La sinceridad no acompañó en soledad ni en paralelo.
Lamentamos mutuamente las heridas y la ternura la observé desde fuera, como un mero espectador.
(todo acojona más cuando se imagina).
Por fin, tras todo ese tiempo, pude explicar que del Azul más intenso salté sin red al Verde, porque la inquietud y el aburrimiento me hicieron visitar otros colores.
De sus ojos de tristeza canalla a la serenidad musical y la tranquilidad del verde agua hubo un breve salto, poco impulso. 
Porque sólo el agua me da paz, me sana y me nutre entera. Siempre quise encontrar una fuente. Hoy me derrito en su agua.

 Eva, el círculo se cierra. Y la ruina ahora es el cimiento del castillo. Porque el príncipe (que parecía sapo), volvió haciendo running (que es pelín hipocondríaco), y Oz tiene baldosas amarillas mezcladas con el azul de entonces. Verdes baldosas que ahora con seguridad empresarial- MBA level -voy aplastando con mis tacones.
El sueño de fabricar libros lejos del ser humano y vivir de la comunicación, acercándonos sólo a la especie para su observación experimental, ya es nuestra realidad.  
Gestando libros y discursos, el destino nos devuelve la broma.
Y el mundo se transforma en bibliotecas con escaleras de caracol y besos en mi escala musical favorita: la de los versos. 
Y vuelvo a desayunar con música porque él es absolutamente feliz y así me lo cuenta cantando. Asombroso cómo se transforma todo en un segundo. A veces por expreso deseo del inconsciente. 
Quinto mes desde entonces.

V. está sentado al borde de la piscina mientras yo escribo lo que mis alborotadas hormonas me dictan y degusto su maravilloso perfil tostado al atardecer. 
Y saboreo su sonrisa perfecta cuando señala mi tripa gestante, incrédulos todavía por el sorprendente desenlace.

Y el que quiera leer, ver, sentir, notar el trasfondo correrá con esa responsabilidad bajo su propio riesgo.
Porque Azul no era Azul. 
Azul era Verde. 



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