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domingo, 30 de noviembre de 2014

TODO UN CLÁSICO: TU RECUERDO INTERMITENTE

De vuelta al trabajo. Pienso en lo lento que parece que pasa el tiempo antes de concentrarme en mi libro. Abro mi agenda (limpia de toda profanación sádica).Echo la vista medio año atrás.

Mi mesa, llena de post it. Las paredes atestadas de información. No sabría cómo describirte esta trinchera formada por  miles de folios, libros y carpetas. Mi sitio donde el tiempo no pasa.
Ravel. Maurice... Su Bolero...
Con las primeras notas el frío que, de la calle subía conmigo, se despide. Me descalzo;mis calcetines pisan el suelo de mi despacho.

Retomo el último libro que considero imprescindible para el viaje que planeo con Berta. 
Ravel sigue sonando. 
Observo mi escritorio. Fijo las pupilas en las notas que he tomado sin mirarlas; mi mirada ha cambiado.

La gripe está al acecho. Siento el estado febril, vértigo y el efecto sin duda, del exceso de cafeína. Minuto 14.54. Tus ojos. Tal vez he de admitir mi óbito en ellos. 
Fingir que no duele, duele más. Ravel hace que vuele hacia ti y entro triunfante en tu ahora, que está exactamente a 297,2 kms del mío. Sólo a tres horas. Dos universos más abajo. Minuto 18.49.
Aterrizo en mi escritorio y comienzo a escuchar Scheherezade. Mal asunto: Un violín que llora. Ningún instrumento me parecería apropiado en cualquier caso. Escribo, sueño, vuelo y aterrizo un rato; lo suficiente. Y vuelvo a escribir. Tan enferma de ti que hasta le estoy dando al soneto.
Minuto 8.43.Kórsakov. Tu reflejo vuelve,  y esa primavera, la pasión, los besos, las caricias, caen sobre mí. Y el genio de Kórsakov en dos segundos me devuelve al nublado otoño. Lluvia. Frío. Humedad hasta en los huesos. Humedad porque no hay besos. Golpeado mi yo prepotente y orgulloso, de alas rotas y alma herida levanta el vuelo.
Migro al presente. Córtate el pelo. ¡Coge las riendas!. Pero el recuerdo de tu mensaje llegando a galope en mitad del verano, se sienta a mi lado. En mitad del verano. Cuando más te pican los... mosquitos. Serás cabrón... Sonrío maquiavelicamente en el 17.15. 
De nuestras mil noches no recuerdo ni una. 

Con Ravel te necesito y Kórsakov me hace odiarte. Y me visita tu egoísmo. Y otra vez me pregunto por qué no entiendes un no. Ene.O. Es fácil. Si hubiera dicho algo como paralelepípedo te provoco un íctus.
No. Tú defines la palabra, mientras yo, dibujo tu figura y la mía en el espacio. 


Todo un clásico: tu recuerdo intermitente.
A Chopin no le permitiremos ni un nocturno esta vez.
Vuelvo a mi libro. 
Siempre nos quedará Jacques Loussier!!!





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