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viernes, 24 de abril de 2015

AMOR INTELECTUAL: DAR CERA



Respondes y pretendes darme más cera que Miyagi, dices que esto no es amor, que pensabas que lo nuestro era más intelectual. Y, como siempre, debo recurrir a la R.A.E. porque a pesar de mi excelente resultado en lo de los cocientes o coeficientes o como quieras llamarlo, NO TE ENTIENDO. Tampoco intento razonarte últimamente, si te soy sincera. 

Veamos:


intelectual.
(Del lat. intellectuālis).

1. adj. Perteneciente o relativo al entendimiento.
2. adj. Espiritual, incorporal.
3. adj. Dedicado preferentemente al cultivo de las ciencias y las letras. 


Acepción primera: perteneciente o relativo al entendimiento. Aquí algo falla; porque desde hace tiempo, no nos entendemos. Me vacío entera, te enseño el latir de mis vísceras, te explico que mis órganos internos a duras penas sin ti, realizan sus principales funciones de mantenimiento. Y tú hablas de inversiones en bolsa y masturbación. Diálogo de besugos. Falta absoluta de entendimiento, insisto.


En la segunda acepción, espiritual-incorporal, la espiral mental que hago es digna de funambulistas sinápticos. Dime, HAY ALGO MÁS ESPIRITUAL, MÁS INCORPORAL QUE EL AMOR???. Precisamente me desnudo por dentro para decirte que a pesar del tiempo y la distancia, lo espiritual, lo incorpóreo, lo extracorpóreo me ronda por la cabeza, por el ambiente. Pero elides eso y me hablas de todo lo contrario: del recuerdo de lo físico, de las experiencias corporeo-sexuales que tuvimos juntos, y para acabar, tiras de ballesta que está muy de moda, para atravesarme lo no corpóreo en dos; que es claramente la intención que le veo al presentarme tus armas. 

Tres:  Dedicado preferentemente al cultivo de las ciencias y las letras. Sí. Preferentemente nos regábamos a base de ciencias y letras, como hacíamos antes de nosotros. Y en ese huerto que plantamos acoplados intercambiando cultura, desgraciadamente para ambos surgieron los matojos del enamoramiento, las malas hierbas de querer estar estando y no decirlo, las plagas de locura por no entender la propia necesidad de querer hacer un nido con el otro,  y los fertilizantes de la desesperación cuando las obligaciones, la lógica y el miedo nos decían que había que dejarse respirar. 

Me despojo de relojes, brújulas y kilómetros, y sigo pensando lo mismo. Lo peor de todo, es la sinrazón de tu respuesta, síntoma de que eres un zoquete encadenado al orgullo con bastante poco arte para la sustantivación.



Te digo adiós desde La Frontera, mendrugo. Esperando en un merendero que la ilusión de estos meses me arranque las raíces del suelo y me plante en su chalé.


Lo de intelectual te viene grande: ni entendiste, ni amaste ni regaste.

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