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martes, 22 de septiembre de 2015

CUSTODIA COMPARTIDA

Preguntas si ahora soy escritora. Como si eso no se naciese.
Te debo una carta y ya es hora de contarte toda la verdad.
La verdad es que se me indigestaron nuestros polvazos y comencé a vomitar letras. Y eso ha dado para un par de libros, o cuadernos. Escoge.
Dejé Madrid porque me olía a ti. 
Por temor a que volvieras o a que no lo hicieras nunca (las dos cosas me aterraban de la misma forma)
Porque no soportaba esas calles si no íbamos bailando de la mano.
Porque los licores se disiparon cuando no se mezclaban con el humo de tus ojos verdes.
Porque sin ti, Madrid es Murcia.
Llenaste mis bolsillos, mi estantería y mi cama de libros
y se me van cayendo palabras por todos los sitios.
Los rincones donde le hicimos el amor al amor
quedaron reducidos a sombríos solares derruidos.
La música dejó de sonar
y empecé a buscarte porque
no podía más con el sordo desorden.
Adivina qué. Me encontré a mí misma, ordenándolo todo.
Ordenando a mi corazón que dejara de pensarte
y a mi mente que dejara de quererte. 
Ahora quiero con el cerebro,
y pienso con el corazón.
Y me comparten en custodia cada quince días.
Con lo bien que quedaría todo ese desbarajuste 
que éramos tú y yo 
en este saloncito de Ikea.







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